La fórmula para mantenernos sanos y activos después de los 60

Con el paso de los años nuestras vidas y nuestros cuerpos cambian de muchas formas. En la medida que nos hacemos mayores, dejamos de tener las mismas necesidades y nuestras rutinas de actividad y descanso se convierten en algo totalmente diferente de lo que hemos construido por años; por esto, debemos aprender a reconocer estas nuevas etapas, adaptándonos a las oportunidades que nos brindan para mantenernos saludables.

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Seguir en movimiento

Uno de los espacios en los que solemos descuidarnos más cuando nos hacemos mayores es en la capacidad y voluntad de mantener una rutina de ejercicios constante. Según la Asociación Americana del Corazón, el mínimo de actividad física necesaria para que un adulto se mantenga sano es de 2,5 horas a la semana (150 minutos), lastimosamente, esta entidad estima que solo 1 de 5 adultos cumple con este nivel de actividad.

El cumplir con esta meta se relaciona con el mejoramiento de numerosas condiciones como:

  • Calidad del sueño
  • Productividad
  • Desarrollo y procesamiento cognitivo
  • Salud mental
  • Mantenimiento de un peso saludable
  • Calidad de vida en general

Cómo lograrlo

Al inicio de nuestra adultez puede parecer bastante sencillo encontrar formas de cumplir con este objetivo y quizás sea solo una cuestión de voluntad lo que nos impide lograrlo, pero cuando empezamos a llegar a edades mayores, somos un poco más cautelosos y preferimos no exponernos a una lesión con disciplinas de alto impacto o deportes de conjunto.

La buena noticia es que estas 2,5 horas que pueden marcar una diferencia en nuestra calidad de vida pueden perfectamente ocuparse en las que se conocen como actividades físicas moderadas, entre las que se encuentran:

  • Caminar
  • Aeróbicos acuáticos
  • Baile de salón
  • Tenis de dobles
  • Yoga
  • Natación no competitiva
  • Ciclismo por debajo de los 16 kilómetros por hora

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Justo cuando más lo necesitamos

Es muy importante que sea precisamente cuando alcanzamos el estatus de adulto mayor cuando más recordemos este objetivo y hagamos esfuerzos activos para cumplirlo todas las semanas; el Diario de la Asociación Médica Canadiense (Canadian Medical Association Journal), descubrió que los adultos mayores de 65 años que hacían este mínimo de 150 minutos de actividad física a la semana, reducían hasta en un 31% su índice de mortalidad, comparados con personas de su misma edad que no hacían ejercicio físico de forma regular.

En este estudio se resalta el rol que tiene el ejercicio físico para prevenir o evitar enfermedades muy presentes en las edades adultas como el fallo cardiaco, la diabetes tipo 2, el EPOC, la osteoporosis, la demencia y la depresión, indicando que este puede actuar como un tratamiento complementario que ayude a disminuir el uso de medicaciones o la necesidad de procedimientos invasivos.

Reconocer el ejercicio moderado

Quizás las opciones que mencionamos anteriormente no sean muy tentadoras para ti, o tu estado físico pueda tomar un reto un poco mayor; en ese caso, tienes dos opciones: puedes cambiar los 150 minutos de ejercicio moderado por 75 minutos de ejercicio vigoroso o puedes aprender a distinguir otros tipos de ejercicio que no son tan demandantes físicamente.

Una buena técnica para reconocer un ejercicio moderado, de acuerdo con el Doctor Phillip Yun, de la Universidad de Medicina de Chicago, es intentar hablar y cantar, si puedes hacer lo primero mas no lo segundo, estás teniendo una sesión de ejercicio moderado.

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Aprovechar el momento

En el momento en que llegamos a ser adultos mayores hemos vivido muchas cosas, hemos entregado nuestro tiempo y nuestro esfuerzo durante años al trabajo y a nuestras familias y ahora tenemos una gran cantidad de nuevas oportunidades para invertir en nosotros mismos de formas en las que quizás no pudimos hacerlo en el pasado; alcanzar los 60 es un regalo que podemos y debemos disfrutar a plenitud, si nos damos calidad de vida desde nuestra juventud a través de los buenos hábitos.

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