Los 5 secretos de las personas más longevas del mundo
Llegar a los 100 años de vida pareciera una proeza extraña y aleatoria digna de las noticias, aunque en realidad, hay varias comunidades alrededor del mundo en las que una vida larga y sana es la regla, no su excepción. No solo estamos hablamos de subsistir, hablamos de personas que alcanzan un siglo de edad trabajando, moviéndose y sirviendo a sus comunidades, sus secretos poco tienen que ver con el avance de la ciencia.
¿La tradición le gana a la ciencia?
Aunque es innegable que los avances de la ciencia son vitales para la preservación de nuestras vidas y el mejoramiento de sus condiciones con los años, estos poco tienen que ver con las costumbres y actividades que llevan a cabo las comunidades con los índices más altos de longevidad.
En el libro convertido en documental The Blue Zones: Secrets for Living Longer, Dan Buettner, un escritor y explorador de la National Geographic nos cuenta cuáles son las prácticas y filosofías de las comunidades con los índices de vida más largos y fructíferos del planeta.
1. Los pies sobre la tierra
La gente de la isla de Okinawa en Japón considera que uno de los factores más importantes para vivir más y mejor es mantenerse en movimiento. Las personas que hacen parte de esta comunidad tienen como práctica sentarse lo menos posible; esto quiere decir que pasan la mayoría de sus días de pie, acuclillados o incluso haciendo sentadillas mientras sostienen conversaciones.
Otra forma en la que se mantienen lejos del sedentarismo es cultivando su propio jardín, el cuidar bien de las plantas requiere de diversas actividades día a día, lo que te mantiene físicamente activo y hasta te da los insumos para una alimentación más sana y gratuita.
2. La fórmula no tan secreta
Hablando de alimentación, Buettner descubrió que a pesar de estar muy distantes algunas comunidades de otras, ellas coincidían en la misma fórmula para alimentarse bien, teniendo siempre en sus comidas una combinación de cinco elementos: granos enteros, vegetales, vegetales en hoja, frijoles y tubérculos.
Contrario a lo que creemos en muchas comunidades, parece que las mejores comidas para una larga vida no son las más caras ni las más sofisticadas del mercado. Son en realidad las comidas de origen campesino, cultivadas y cocinadas en casa, las que realmente dan la vitalidad y los nutrientes necesarios para estar bien.
3. Menos carne, más plantas
Por si no lo notaste en el punto anterior, la carne brilla por su ausencia en la dieta de las comunidades más longevas del mundo. Sabemos que es un tema controversial y que el aporte proteico de la carne no es fácil de reemplazar a menos que te comprometas con un cambio alimenticio muy completo y consciente, pero igual lo tenemos que decir: según la investigación de Buettner, la proteína animal ocupa aproximadamente el 10% de la alimentación de las comunidades en las zonas azules.
¿Qué hacen entonces para cubrir su necesidad de proteína? Consumen carbohidratos complejos. En la península de Nicoya, en Costa Rica, la ahuyama o calabaza es un ingrediente clave para la mayoría de sus comidas, por ejemplo.
4. Retoma la hora de la siesta
El café que tanto nos gusta después de las comidas puede ser un aliado un poco ingrato si lo tomamos en exceso, y seamos honestos, muchos de nosotros lo hacemos. Para combatir el cansancio las comunidades de las zonas azules estudiadas por Buettner tienen una alternativa mejor: dormir la siesta.
Probablemente estarás diciendo que a ti el tiempo no te da para tomar una siesta, pero ya más de un estudio dice que 20 minutos de sueño son suficientes para estar más vigorizados y recuperar horas de sueño perdidas; solo es cuestión de buscar un pequeño espacio y tener un poco de autodisciplina para no hacerlo más largo de lo que debe ser. En Icaria, Grecia, por ejemplo, usan las horas del mediodía en las que el calor es más fuerte para darle un reinicio a sus energías y no exponerse a las altas temperaturas.
5. Haz parte de una comunidad de carne y hueso
Los seres humanos somos seres sociales, pudimos evolucionar y crecer porque nos hicimos comunidad, pero esta noción es quizás uno de los pilares del bienestar más ignorados en nuestros días. En las zonas azules todos ayudan a todos y el acompañamiento de los unos a los otros no solo los mantiene activos, sino que consigue el sostenimiento y mejoramiento de la comunidad.
En Lomalinda, California, donde existe la única zona azul de los Estados Unidos, convive una comunidad adventista que prioriza la familia y la comunidad, buscando espacios compartidos en donde todos se mueven e interactúan con la naturaleza; pero estas costumbres no solo se ve en ellos, cada zona azul tiene sus espacios sociales lejos de las pantallas y cerca de las verdaderas interacciones humanas.