¿En qué estás pasando la mayoría de tu vida?

Dicen los estadistas que pasamos un tercio de nuestras vidas en cama y otro tercio en la oficina. Con más del 66% de nuestro tiempo sentados en una silla de escritorio y encima de un colchón y una almohada, más vale que estos objetos estén en las mejores condiciones posibles, pero muchas veces los criterios para elegirlos no son los mejores.

Economía, apariencia o calidad suelen ser las razones por las que elegimos la mayoría de los objetos que compramos, pero incluso los materiales más exclusivos o duraderos pueden no ser los correctos para las necesidades que realmente tenemos que suplir en términos de confort. En lo que respecta a nuestra salud física, pocas cosas son tan determinantes como el colchón, la almohada y la silla del escritorio, por lo que aquí van unos indicadores y requerimientos indispensables para hacer la mejor inversión posible.

 El colchón

Dormir en un colchón que no es adecuado para nuestras necesidades puede causar grandes problemas a corto y largo plazo; nada más piensa en lo molesto que es despertar con dolor en la espalda o el cuello todas las mañanas y lo que eso implica para nuestro estado de ánimo y nuestra rutina, esto, sin mencionar cómo un mal colchón deteriora nuestra calidad de sueño, lo que a su vez implica que una importante cantidad de procesos de descanso y regeneración no se llevan a cabo de forma correcta, desencadenando condiciones mentales y físicas como problemas de concentración, obesidad, sistema inmune débil, diabetes, presión alta y enfermedades cardiovasculares.

Un reinicio metabólico no solo vendrá con los beneficios de una vida activa y una dieta sana, él también logrará que:

  • Manejes tu cuerpo con mayor facilidad
  • Se mejore tu sistema inmune
  • Tengas un mayor balance hormonal
  • Disminuya el riesgo de que padezcas enfermedades crónicas
  • Tengas más energía en tu día a día

Algunas pistas clave para determinar que nuestro colchón no está en buenas condiciones, además del evidente deterioro de nuestra calidad del sueño, es que sus tejidos se vean caídos u holgados, que se hundan de forma pronunciada al aplicarles peso, que causen demasiado calor, que te estén causando alergias o que ya hayan pasado su ciclo de vida útil.

En el caso de los colchones, no existe una misma talla para todo el mundo, variables como la posición en la que duermes, tu tipo de cuerpo y algunas condiciones de salud son determinantes para ayudar a definir la firmeza, materiales y prestaciones que ofrece un colchón; cuando vayas a comprar uno, asesórate no solo de un vendedor, sino de expertos del área de la salud como un quiropráctico o un ortopedista. Ve en persona y no te avergüences de acostarte y probar, pues de esto depende años de confort y calidad de vida.

La almohada

Directamente ligada al colchón, la almohada es otro objeto determinante para nuestra calidad de sueño. Se cree que esta puede contribuir o deteriorar hasta en un 30% nuestro descanso, y los efectos de una mala almohada en nuestro cuerpo, aunque parecidos a los del colchón, también vienen con otras condiciones como problemas digestivos, respiratorios, dolores de cabeza y rigidez en el cuello.

Como es difícil determinar la vida útil de una almohada, la recomendación es comprar una de alta calidad y cambiarla cada dos años; si decides usar almohadas de poliéster, lo mejor es reemplazarlas cada seis meses.

Cuando compres una almohada ten en cuenta dos factores: soporte y confort. Una almohada ideal debe evitar al máximo que el cuello y la espalda alta queden suspendidos en el aire durante las horas de sueño y a su vez debe sentirse fresca y confortable; una buena elección también depende de tu tipo de cuerpo, la posición en la que duermes y tus condiciones de salud, por lo que ten estos datos en cuenta al momento de elegir.

La silla del escritorio

Ya lejos del dormitorio, llegamos a la oficina y a la silla del escritorio; una silla en malas condiciones puede causar dolores de espalda, cuello y cabeza que pueden convertirse en molestias crónicas, que se expanden a las extremidades y articulaciones de todo el cuerpo.

Las señales que nos suelen indicar que estamos en una silla inadecuada son la falta de soporte lumbar, que cuando nos sentemos nuestros pies no lleguen al piso, poco rango de movimiento, inflamación, dolor u hormigueo en las extremidades después de estar en ellas por mucho rato.

Una buena silla debe ofrecer un soporte desde la zona lumbar hasta la parte alta de la espalda que se sienta natural al momento de recostarnos en ella, lo ideal es que tenga altura ajustable y descansaderos de brazos, aunque estos no son obligatorios y se deben poder remover si se considera necesario o más confortable, la cantidad de acolchonamiento también es importante en la zona de los glúteos.

El último tercio

Dos tercios de nuestra vida se nos van en descanso y trabajo, ¿por qué no sacarle el máximo provecho a ese último tercio? Por más buenos que sean tu colchón, almohada y silla del escritorio, una vida activa es igual de necesaria, evita el sedentarismo al máximo posible y cuando llegue el momento de ir a descansar o trabajar hazlo consciente y en equilibrio.