La corriente filosófica que se convirtió en un estilo de vida

La filosofía se ha hecho todas las preguntas del mundo y se hará todas las que queden por descubrir, pero en la modernidad, este saber basto y profundo ha quedado relegado a la academia, haciendo que una cantidad inmensa de formas de ver el mundo y comprendernos como especie se escondan en las bibliotecas y las universidades; o por lo menos hasta ahora, que vemos un espectacular resurgimiento de una de sus corrientes más antiguas.

La escuela del estoicismo se fundó en el siglo III a. de C., pero a pesar de llevar más de 2000 años de antigüedad a cuestas, hoy es tan vigente como en ese entonces. Sus máximas giran alrededor de la virtud, el discernimiento y el vivir de acuerdo con la naturaleza y los dones que esta nos otorgó como especie; pero el factor que quizás la destaca más sobre otras corrientes filosóficas es el hecho de que tuvo exponentes, que a través de sus vidas, formaron hábitos prácticos que ayudaron a darle una forma tangible a lo que es ser estoico.

Las prácticas y costumbres fomentadas por el estoicismo son formas de comprender, aceptar o abordar el caos de nuestras existencias, así que en un mundo moderno agitado y vertiginoso, muchos de sus principios han calado profundamente en el pensamiento colectivo, haciendo que cada vez más personas adopten sus formas de ver y vivir la realidad.

1. Saber distinguir lo que se puede controlar de lo que no

Uno de los principios más prácticos de los estoicos es el ejercicio del discernimiento; reconocer qué está bajo nuestro control y que no, es la puerta de entrada, según Séneca, para “conseguir la tranquilidad de espíritu y la eficacia exterior”.

De acuerdo con el estoicismo, cuando tenemos un problema, lo primero que debemos hacer es preguntarnos si podemos hacer algo para solucionarlo, si la respuesta es no, debemos soltar por completo el asunto, ya que la vida debe seguir con su curso, si la respuesta es sí, no debemos preocuparnos tampoco, en su lugar, debemos tomar acción en la medida de nuestras posibilidades.

¿Qué está bajo nuestro control? Para los estoicos solo dos cosas: lo que hacemos y los juicios que emitimos; a partir de estas dos podemos tomar acción, todo lo que sea ajeno a ellas no nos corresponde y no debemos quedarnos atrapados en ello.

2. Amor fati: abraza tu destino

Todos tenemos proyectos y anhelos para nuestras vidas, pero el destino suele tener otros planes; para los estoicos todo lo que nos pasa no es bueno ni es malo, simplemente es; por esto, lo realmente importante no es lo que nos pasa sino nuestra opinión de ello, después de todo, en cuanto algo nos sucede, inmediatamente pasa a ser parte de nuestro pasado, por lo que no se puede cambiar; es nuestra opinión del suceso lo que realmente nos da control para seguir adelante o encaminar a un lugar mejor sus consecuencias.

El amor fati es entonces la capacidad de “amar nuestro destino” aceptando sus designios, en lugar de intentar luchar contra ellos o desgastarnos pensando en lo que no pudo ser.

3. Memento mori: recuerda tu mortalidad

La cercanía de la muerte suele ser un momento de reflexión que nos ayuda a recordar qué es lo que realmente importa, y a los estoicos les gusta mucho capitalizar esta idea, al mantener siempre presente el hecho de que algún día vamos a morir.

Este recordatorio que podría ser angustiante para muchos, para el estoicismo es un impulso vital; ser conscientes de que no somos eternos, es la mejor forma de gestionar nuestro tiempo, nuestras prioridades y nuestra forma de ver la vida; el memento mori nos ayuda a abordar nuestros miedos, nuestros conflictos y mantenernos en el presente.

Solo 3 de muchos

Con tantos años de existencia y tantas mentes brillantes viviendo y expandiendo sus principios, es difícil abordar todas las aristas que conforman el estoicismo; a partir de estas tres puedes empezar a hacerte una idea de lo que se trata y quizás adoptar un principio o dos de esta corriente filosófica, pero si no te identificas, hay un sinnúmero de universos de pensamientos y perspectivas por explorar, quizás uno de ellos te ayude a darle un poco de sentido a tu espiritualidad, tu bienestar o tu forma de ver el mundo.