Metales pesados: un riesgo para nuestra alimentación
Seguramente has escuchado por ahí que algunos pescados como el atún pueden tener altas concentraciones de mercurio, por lo que su consumo puede implicar un riesgo para nuestra salud; pero, ¿sabías que como el mercurio, hay otros elementos químicos que se están infiltrando en nuestros alimentos y pueden causar el mismo o más daño?
Los metales pesados son un conjunto de elementos químicos que se pueden encontrar tanto en el aire, como el suelo y el agua de nuestro planeta, entre ellos están el mercurio, el plomo, el aluminio, el arsénico, el cobre y el cromo. Aunque son de origen natural, estos componentes usados en las industrias de la energía, la maquinaria y la electrónica son tóxicos para los seres humanos, por lo que la exposición a ellos puede tener una gran variedad de consecuencias negativas a corto y largo plazo.

De la mina a la mesa
La mayoría de los metales pesados se extraen por medio de la minería; la extracción, procesamiento y uso de ellos es lo que causa que cada vez más cosas estén expuestas a sus efectos, llegando a contaminar las fuentes de agua potable, el suelo, la atmosfera, y por último a seres vivos como la vegetación y los seres humanos.
Nada más el simple hecho de estar en un ambiente con altas cantidades de metales pesados ya es peligroso, pero un problema a mayor escala se asoma cuando consideramos que del suelo y el agua contaminados estamos obteniendo insumos para la producción y consumo de alimentos.
Se ha detectado que incluso los cereales más básicos para el consumo humano como el arroz y el trigo pueden tener altas concentraciones de metales pesados, debido al uso de fertilizantes industriales en su cultivo, estos suelen incorporar trazos de estos de forma accidental durante su producción.
Algunas carnes y pescados también pueden tener y generar una exposición a estos componentes nocivos ya sea por el uso de piensos ultraprocesados durante la cría de los animales o que estos son extraídos de hábitats contaminados.
Algunos signos de alarma
La intoxicación por metales pesados es peligrosa y puede llevar al envenenamiento, dependiendo del elemento en cuestión estos pueden variar en tipos de síntomas e intensidad de los mismos, pero algunas afecciones que deben encender nuestras alarmas son:
A nivel físico:
- Dolor de cabeza
- Fatiga o cansancio
- Dolor estomacal
- Nauseas
- Vomito
- Diarrea
- Pérdida de apetito y peso
A nivel mental:
- Cambios de comportamiento
- Problemas de memoria
- Deterioro cognitivo
La exposición prolongada y no tratada puede llevar a condiciones como defectos en el desarrollo cognitivo, algunos tipos de cáncer, fallas hepáticas y enfermedades del sistema musculoesquelético.
Cómo evitar la exposición
Lamentablemente vivimos en un mundo en el que cada vez estamos más expuestos a los metales pesados, ya sea por el uso de los productos derivados a estos o por la exposición involuntaria causada por la contaminación del medio ambiente; para prevenir su consumo o contrarrestarlo podemos:
- Optar por alimentos orgánicos o de productores locales, cuyas prácticas de cultivo sean naturales y confiables.
- Hacer una limpieza rigurosa de los alimentos que compramos en el mercado o exponemos al medio ambiente.
- Almacenar nuestras comidas de forma segura, alejada a posibles contaminantes.
- Evita alimentos enlatados y ultraprocesados, pues los metales pesados se pueden infiltrar en ellos durante la línea de producción.
- Comer alimentos con propiedades desintoxicantes, cuya efectividad contra los metales pesados está comprobada; algunos de estos alimentos son: los cítricos, el tomate, el brócoli, la uva, los arándanos y el apio.
- Consume cantidades abundantes de agua apropiadamente tratada.
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