¿Qué le pasa a nuestro cuerpo cuando dejamos ciertas comidas?

Tercera parte: El alcohol

Para la fase final de nuestra serie sobre los cambios que tiene nuestro cuerpo después de dejar ciertas comidas, queremos hablar de dos sustancias que aunque no son comidas, son consumidas por miles de millones de personas a diario: el alcohol y el cigarrillo.

Tenemos entonces ante nosotros dos productos que no solo no ofrecen ningún aporte nutricional a nuestro organismo, sino que también lo impactan de forma malsana incluso en sus cantidades más pequeñas, pero, aunque tienen cosas en común, también tienen consecuencias distintas, por lo que vale la pena distinguirlas.

 El alcohol

Quizás un poco más divisivo que el cigarrillo cuando se trata de sus efectos nocivos, a ciertos tipos de alcohol se les han alabado sus propiedades diuréticas, la posibilidad de prevenir enfermedades vasculares y hasta su buen aporte dentro de ciertas dietas, pero lo cierto es que sus beneficios son bastante pequeños e incluso dudosos comparados con sus efectos adversos, además, de que todos ellos se pueden lograr de forma garantizada y más sana por medio de una buena alimentación y una vida activa.

Consumir alcohol en grandes cantidades, independientemente de que sea esporádicamente o de forma frecuente está relacionado con la exposición a condiciones cerebrales como comportamiento y temperamento errático, problemas de coordinación y estados de confusión; en el corazón puede potenciar el sufrimiento de cardiomiopatías, arritmias y presión arterial alta; en el hígado puede causar hígado graso, fibrosis y cirrosis; el páncreas puede sufrir pacreatitis y también hay una mayor exposición a cáncer de diferentes órganos del sistema digestivo, además de estar relacionado también con el cáncer colorrectal y el de seno. El sistema inmune también parece ser afectado, haciendo que las personas que consumen alcohol sean más propensas a enfermedades como la tuberculosis y la neumonía.

En el momento en que decidas eliminar el consumo de alcohol de tu rutina, tu cuerpo tendrá las siguientes reacciones:

  1. Síndrome de abstinencia: este primer paso no será tan placentero ni saludable como los que siguen, pero si tu consumo es alto, seguro vas a experimentar molestias que pueden llegar a ser desde moderadas hasta muy serias, si consideras que necesitas ayuda para lidiar con ellas, no dudes en consultar un experto, si no lo sientes necesario, de todos modos debes saber que de uno a siete días es el tiempo de duración de este síndrome.
  2. Mejor sueño: después de una semana tu calidad de sueño empezará a ser más satisfactoria y estable.
  3. Un peso más saludable: muchos licores son altos en azúcares, por lo que dejarlos te evitará un par de kilos innecesarios.
  4. No más problemas gástricos: al mes de dejar el alcohol tu sistema digestivo ya llevará un buen proceso de regeneración que puede disminuir o eliminar condiciones como el reflujo gástrico.
  5. La presión arterial baja: al tiempo que tu sistema digestivo sana, también lo hace el vascular reduciendo factores de riesgos para condiciones mucho más serias.
  6. El hígado empieza a sanar: se estima que un hígado que no esté en un estado de afectación crítico por el consumo de alcohol puede sanar por completo dentro de 4 a 8 semanas sin alcohol.

La excepción al equilibrio

Aunque siempre hemos defendido la importancia de llevar una vida balanceada en la que se vale sucumbir ante la tentación de vez en cuando y no culparnos por ello, hay casos en los que entre más fuerte sea tu voluntad, mejores serán los resultados en retrospectiva.

Dejar por completo el alcohol puede ser un objetivo poco realista para muchos, pero controlar su consumo al máximo debe ser una meta para todos; el mercado tiene muchas posibilidades para compartir momentos importantes sin necesidad de consumir licor, y si te cuesta un poco soltarte en ambientes sociales, también puedes considerar buscar ayuda de expertos, practica en casa o en clases personalizadas las actividades que te hacen sentir inseguro o busca espacios donde puedas conversar o compartir esas cosas que te apasionan tanto, que no necesitas de una copa para poder hablar de ellas.