El remedio más poderoso de la abuela

Cuando pensamos en remedios de la abuela probablemente no se nos vengan a todos las mismas cosas a la mente. Dependiendo de dónde nacimos y crecimos nuestros antepasados recibieron de la naturaleza que les rodeaba diferentes elementos para curar males y calmar dolores; pero entre todas las hierbas y pociones casi mágicas que nos daban, existe una receta universal que todos conocemos y hemos tenido el placer de probar: la sopa de pollo.

Esta delicia se ha convertido en un verdadero clásico en la cocina de nuestras mamás y abuelas, y se ha vuelto para nosotros, una comida que no solo es deliciosa y económica, sino que también es sanadora y reconfortante.

Saludable para el cuerpo y el alma

Aunque para muchos ese sentimiento de amparo y felicidad que nos da ver a nuestra mamá acercarse con una sopa de pollo caliente a nuestra mesa sea suficiente alivio espiritual, lo cierto es que también hay razones científicas y biológicas por las que esta fórmula parece ser infalible para todas las dolencias.

Se sabe que puedes acompañar la sopa de pollo con diferentes tipos de verduras o carbohidratos para atacar algún tipo de condición en específico; al ser en su base un alimento bastante neutro, se puede construir de infinitas formas para reforzar su poder y sabor. Puedes agregarle, por ejemplo, un poco de jengibre, menta y un chorrito de limón para combatir un resfriado; o también puedes ponerle mariscos, setas y hojas verdes para un buen subidón de defensas.

Con todo o sin nada

La sopa de pollo, incluso en su versión más sencilla, tiene beneficios geniales y completamente naturales, todos comprobados por estudios científicos y nuestra propia experiencia. Aquí van algunos de ellos:

  1. Ayuda a la digestión: pocas comidas son bienvenidas cuando nuestro estómago no está en muy buena forma, pero un caldo de pollo – eso sí, poco condimentado – es una apuesta segura que no solo te mantendrá nutrido, sino que combatirá el malestar de la indigestión y otros problemas de esa índole.

 

  1. Calma el dolor y el deterioro de las articulaciones: componentes del cartílago y los huesos del pollo como la glucosamina, el calcio y el sulfato de condroitina son absorbidos por nuestro organismo fortaleciendo las articulaciones, aminorando su dolor o previniéndolo por completo.

 

  1. Es efectivo contra el resfriado: La combinación de nutrientes, hidratación y aminoácidos como la cisteína ayudan a subir las defensas y disminuir los síntomas de forma de la gripa de forma considerable.

 

  1. Combate el insomnio: se considera que la glicina, otro aminoácido del pollo, tiene propiedades calmantes que pueden ayudar a conciliar el sueño.

 

  1. Es relajante y desinflamatorio: aunque las propiedades antiinflamatorias del caldo de pollo aún estén bajo investigación de la comunidad científica, no podemos negar la sensación de bienestar y ligereza que nos da optar por este alimento sencillo pero profundamente nutritivo.

 

  1. Nos mantiene hidratados: al tener entre sus principales componentes el agua, la sopa de pollo hace las veces de comida y bebida que nutre y a la vez apoya el mantenimiento de un cuerpo hidratado.

 

  1. Puede contrarrestar la sepsis: la sepsis es una condición peligrosa en la que nuestro sistema inmunológico tiene una respuesta desproporcionada ante una infección; se considera que la sopa de pollo debido a la glicina, prolina y arginina, puede apoyar el tratamiento de esta condición.

Lo mejor de todo esto es quizás que la sopa de pollo es un alimento completamente natural, hecho en casa, sin contraindicaciones y con una importante connotación para nuestra tradición y nuestro espíritu colectivo, así que no dudes en llamar a mamá a agradecer la sabiduría milenaria y a pedirle que te comparta de una vez por todas la receta.