La esperanza: el mejor tratamiento para los tiempos difíciles

En una realidad tan compleja como la que vivimos actualmente tanto a nivel personal como social, hay momentos en los que es difícil encontrar la motivación para seguir llevando a cabo una rutina que en muchos casos es desgastante y viene con una serie de obstáculos e incertidumbres que pueden retroceder nuestro progreso o perjudicarnos de formas insospechadas.

Es precisamente en estos momentos donde nuestra salud mental va a sacar lo mejor o lo peor de nosotros, por lo que todo puede depender de nuestra inteligencia emocional, para la que existe un sentimiento valiosísimo y que nunca debemos dejar de cultivar: la esperanza.

En términos científicos

Aunque las diferentes áreas de la salud cada vez se abren más a la idea de que lo que sentimos a nivel mental importa e influye en lo que sentimos a nivel físico, todavía se hace un poco difícil darle el rigor de las manifestaciones físicas a las sensaciones metafísicas, por eso, pensar en la esperanza como un tratamiento válido para lidiar con enfermedades mentales y hasta físicas, puede sonar un poco descabellado.

Lo cierto es que lejos de ser una locura, alimentar la esperanza puede ser una forma práctica y sencilla de darnos bienestar en más de un sentido, ya que un sentimiento con propósito y fortaleza como este, puede ser la razón para levantarnos en una mañana nublada y mantenernos en pro de nuestras metas a pesar de los inconvenientes y los miedos.

Una sensación de esperanza fuerte y constante ha demostrado influir en la disminución de los niveles de ansiedad y estrés en las personas, mejorando su autoestima, fortaleciendo su poder de discernimiento y abriendo la mente y la actitud a diferentes posibilidades.

Una mente en este estado de paz y objetividad lleva a un cuerpo activo, sin síntomas físicos asociados a enfermedades mentales como la depresión, por lo que así cuerpo y mente se complementan y nos dejan listos y dispuestos para disfrutar lo que tenemos y luchar por lo que queremos.

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Del dicho al hecho…

  1. Rodéate de buena energía: la gente positiva y proactiva contagia buenos hábitos y te mantiene ocupado en actividades edificantes y divertidas.
  2. Haz más de lo que te hace feliz: retoma el deporte que amas, haz tu manualidad favorita, intenta eso a lo que nunca te has atrevido, vas a ver que puedes y si no puedes, aprendes.
  3. Agradece: más sencillo y revelador imposible, mira a tu alrededor y di gracias, la sensación de bienestar es inmediata.
  4. Valórate: has llegado hasta aquí a pesar de muchos obstáculos, todos tus esfuerzos son aprendizajes y ganancias.
  5. Ten un plan: la vida es impredecible en muchos sentidos, pero tener un abc qué seguir en algunas cosas puede ser bastante reconfortante y puede darte una postura más proactiva frente a los cambios.

Abraza los cambios

No todo sale a pedir de boca, a decir verdad, casi nada lo hace, pero cómo dirían los Rolling Stones, no siempre obtenemos lo que queremos, pero muchas veces sí obtenemos lo que necesitamos. Hay bendiciones escondidas en lo incierto, oportunidades de cambio y de reinvención. Tener esperanza en cierto sentido es tener confianza en uno mismo, y si hemos llegado hasta aquí es porque hemos podido ¿por qué habría de cambiar eso ahora?