FOMO: el curioso síndrome del Siglo XXI
Los tiempos cambian y con ellos nuestras aspiraciones colectivas. Para muchos jóvenes y adultos de ahora es imposible reconciliar sus sueños con los de sus padres y sus abuelos cuando tenían sus edades, y es que los entornos y los recursos que rodean y rodearon a unos y otros son tan diferentes, que las posibilidades se diversifican al ritmo de fenómenos tan propios de cada generación como los medios de comunicación tradicionales y las redes sociales.
La posibilidad de conocer una infinidad de realidades distintas gracias al acceso a internet hace del mundo virtual un lugar lleno de opciones para los jóvenes de ahora; pero esta oportunidad para desenvolverse de forma más libre y abierta viene con una contraindicación agudizada por expectativas irreales y enmascaradas por los filtros de Instagram y Facebook: el FOMO.
Según sus siglas en inglés, el FOMO es el miedo a perderse de (fear of missing of), una sensación que ha escalado hasta ser catalogada como un síndrome que preocupa a la comunidad del área de la salud y el bienestar.
En sí, el FOMO está caracterizado por una fuerte sensación de ansiedad al no poder estar conectado a las redes sociales para saber qué está pasando, lo cual desencadena un uso excesivo de las mismas y sentimientos de incomodidad y hasta estrés al momento de no poder acceder a ellas.
¿Positivo para FOMO?
Debido a su novedad y su naturaleza un poco abstracta, no hay una serie de síntomas que se pueda vincular al FOMO, pero sí existen algunos comportamientos que pueden indicar una propensión a sufrir de este síndrome; algunos psicólogos han enlistado algunas de ellas, así que sí te suena más de una, vale la pena revisar cuánto tiempo estás pasando en línea y cuál es el propósito detrás de tus largas sesiones en Internet.
Entre las acciones características de una persona que puede sufrir en un nivel más alto o bajo de FOMO están:
- Revisar las redes sociales antes de dormir e inmediatamente después de levantarse.
- Ingresar a las redes sociales a la menor oportunidad mientras se está interactuando con otras personas.
- Sentir soledad o ansiedad si no se está teniendo interacciones virtuales con nadie en determinado momento.
- Evitar lidiar con situaciones reales, sintiendo molestia e irritación al pensar en ellas.
- Empezar a sentir un declive en el bienestar emocional y en la productividad en términos generales.
De síndrome a adicción
Los expertos consideran que el FOMO es solo la versión nueva de un miedo tan antiguo como el hombre mismo: el miedo a sentirse excluído, pero el hecho de que la gente intente solucionar su miedo evadiéndolo a través del siempre demandante feed de las redes sociales solo encubre un problema con otro.
Las acciones que nos llevan a desarrollar un nivel alto de FOMO suelen generar en nuestro cuerpo y mente las mismas reacciones que generan las adicciones. La inyección de novedad y sentido de pertenencia que nos hacen experimentar pueden poner un piso falso donde deberían haber momentos más edificadores, por lo que en el momento en que dejamos de alimentar la necesidad de consumir redes sociales, la sensación de desasosiego y molestia puede ser devastadora.
El FOMO puede y va a afectar nuestra calidad de vida si no tomamos conciencia de nuestros hábitos de consumo y el de las personas a nuestro alrededor, dentro del mismo internet ya existen aplicativos que controlan el consumo de ciertas aplicaciones, y existen una gran cantidad de didácticas a escala social para que el celular no nos robe de un buen momento con otras personas; es una cuestión de autorreflexión y acción por nuestro bienestar a largo plazo.
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