Las formas de autocuidado que quizás no conoces

En tiempos de COVID y redes sociales, se suele pensar que el autocuidado es una de dos cosas: el usar mascarillas y cantidades industriales de gel antibacterial o el darse un buen baño de burbujas con una copa de vino en la mano después de un arduo día de trabajo; pero el autocuidado va mucho más allá de prácticas y rituales puntuales una vez cada tanto, en realidad, este se trata de una labor continua que se debe atender desde distintas dimensiones con constancia y esfuerzo.

Las personas somos seres complejos, con una gran amalgama de capacidades y espacios en los que nos podemos desarrollar y nos debemos cuidar, por esto, el autocuidado no se puede reducir a darnos gustos o ir al médico periódicamente y debe entenderse como un fortalecimiento integral que simplemente se realiza desde distintas aristas que se complementan o se interponen en diferentes momentos de nuestras vidas.

1. Autocuidado emocional

Es quizás uno de los menos explorados actualmente, pero puede ser el que marque el punto de partida para una vida mejor. El autocuidado emocional se basa en reconocer, analizar y aprender a tramitar los sentimientos que nos suscitan las experiencias que vivimos y las personas que nos rodean; una buena forma de llevarlo a cabo es a través de diarios, meditaciones y autoreflexiones.

2. Autocuidado práctico

Dicen por ahí que si sentimos que todo en nuestra vida es un caos, lo primero que debemos hacer es tender la cama, este es un ejemplo clásico de lo que se trata el autocuidado práctico; poner tu entorno en orden puede poner tu mente en orden; hacer un esfuerzo para propiciar un espacio limpio y ordenado te da el impulso para continuar con otras tareas y te da la claridad mental y física para hacerlo de forma organizada y productiva.

Otras formas de autocuidado práctico son la realización de manualidades, expresiones artísticas o, ¿por qué no? Hacerle una mejora a tu hogar creando un mueble o pintando la sala.

3. Autocuidado físico

Ya sea hacer un deporte o ir al gimnasio, ir de trekking o a bailar, un cuerpo en movimiento es un cuerpo sano, por lo que un infaltable del autocuidado es mantenerse activo; con este tipo de autocuidado tienes el plus de estar realizando también otros tipos como el social, el práctico y hasta el espiritual, además de que tienes infinidad de posibilidades y niveles de dificultad o especialidad desde donde puedes partir.

Otro factor elemental del autocuidado físico es, por supuesto, los chequeos de salud y los tratamientos continuos; si conoces tus capacidades y necesidades físicas puedes tomar las mejores decisiones, no solo para este, sino para todos los tipos de autocuidado que existen.

4. Autocuidado mental

Tristemente, es tan necesario como tabú en la actualidad, el autocuidado mental es sencillo: busca ayuda. Con el autocuidado emocional hablábamos de saber tramitar nuestros sentimientos, pero ningún ser humano está realmente equipado para hacerlo, y a todos nuestras experiencias personales nos han marcado para bien y para mal; por eso, una mirada objetiva y entrenada puede ser un verdadero paño de agua tibia para navegar mejor por la complejidad que somos tanto nosotros, como el resto de seres humanos y situaciones con las que nos topamos en nuestro día a día.

5. Autocuidado social

Los humanos somos, antes que nada, seres sociales; interactuar con otros es una necesidad tan incrustada en nuestro ADN como las necesidades fisiológicas más básicas. Encuentra tu tribu, encuentra el momento de compartir con ella; puedes, como decíamos antes, matar dos pájaros de un solo tiro y convertir un encuentro de amigos en un partido de fútbol, o un reencuentro familiar en la decoración de tu hogar. Todos sabemos lo sanador que puede ser un abrazo o reírse de unas viejas anécdotas, así que no te dejes absorber del cansancio o el estrés, llama a un amigo cuando lo necesites.

6. Autocuidado espiritual

La línea entre la espiritualidad y la religiosidad se ha vuelto confusa y difusa para muchos de nosotros, pero el hecho de que no nos sintamos afines a ninguna religión no quiere decir que no podamos ni necesitemos atender este aspecto de nuestras vidas; las formas más prácticas de lograrlo pueden ser tan sencillas y mundanas como agradecer, meditar o simplemente tomar una pausa en nuestras rutinas para respirar, aligerar el cuerpo y aclarar la mente, si lo has intentado antes, sabes que no pierdes nada y puedes ganar mucho bienestar y calma.

Sin prisa pero sin pausa

Sabemos que no es fácil cumplir con cada uno de estos elementos con el ritmo de vida que a veces nos impone nuestra rutina, por eso, antes que nada, debemos aprender a discernir, a reconocer qué es lo que necesitamos en nuestro presente para poder trabajar por ello con paciencia y respeto por nosotros mismos y nuestro proceso; con el tiempo descubrirás una mentalidad más abierta y espacios mejor dispuestos para mantener de manera más constante y equilibrada tu bienestar.