Antojos: qué dicen de tu cuerpo y cómo manejarlos

Todos, incluso las personas más disciplinadas con su alimentación, hemos sufrido de vez en cuando de los incontrolables antojos. Desde los que no perdonamos una golosina después del almuerzo, hasta los que sienten un deseo irrefrenable de atracar la cocina en la madrugada, nos hemos  cuestionado por qué estos deseos son tan apremiantes y qué podemos hacer para no sucumbir a ellos.

Los antojos son bastante comunes, pero entenderlos puede ser un poco más complejo de lo que parece. Detrás del ansia repentina por comer un alimento o tipo de alimento en específico pueden haber razones tanto biológicas como psicológicas, así que la primera forma de combatir los antojos puede ser descubrir de dónde vienen y por qué nos afectan.

¿Quién habla?

Nuestro cuerpo, como la máquina brillante que es, nos envía mensajes a través de cada reacción y comportamiento que tiene en nuestro día a día, los antojos no son ninguna excepción, pero a diferencia de otras reacciones, su mensaje puede ser bastante ambiguo, por esto, en caso de desear urgentemente un paquete de papas fritas, lo primero que debemos hacer es preguntarnos ¿es mi cuerpo o mi mente el que me está hablando?

Si descubrimos que al momento de querer comer algo estamos perfectamente saciados y llevamos un horario consciente de comidas, lo más probable es que sea nuestra mente la que está pidiendo ese pecadillo que nos gusta tanto. Es posible que estemos pasando por un momento de estrés o ansiedad, o que de lo contrario, estemos sin ocupación y con mucho tiempo libre en nuestras manos.

Los antojos que sabemos que vienen de la mente, son los más difíciles de manejar, porque una vez identificados, debemos llegar a la raíz de ellos, que puede incluso encontrarse en nuestros hábitos alimenticios durante la niñez; una vez señalada la razón, viene una parte aún más compleja, mantener una voluntad de hierro para combatirlos y eliminarlos.

En caso de “antojos psicológicos” algunas buenas herramientas para combatirlos son:

  • No mantener en nuestra alacena el tipo de alimentos que identificamos como potenciales antojos.
  • Una vez identificado el antojo, reemplazarlo por un snack bajo en calorías.
  • Beber abundante agua durante el día.
  • Racionalizar qué tan importante o válido es el deseo que tenemos en el momento en que lo tenemos.

¿Y si no es la mente quien habla, sino el cuerpo?

Así como la mente puede estar buscando ocupar su tiempo o su ansiedad con una barra de chocolate, el cuerpo también puede estar manifestando una carencia importante en tu dieta cuando se dispara el deseo de satisfacer un antojo, es por esto que tanto para uno como para otro, es muy importante preguntarnos: hace cuánto comimos, cuál es la calidad de la alimentación que estamos teniendo, y, según el tipo de antojo, qué nos podría estar faltando.

Si sabes que tu antojo no es fruto de tu mente inquieta, y sientes que el viene de tu cuerpo, aquí hay algunos trucos para descubrir qué te puede estar faltando:

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  • Si deseas carbohidratos como el pan o la pasta, a tu cuerpo le puede estar faltando energía, opta en su lugar por carbohidratos complejos como la quinoa y los granos integrales.
  • Si buscas algo dulce, más que una necesidad del cuerpo, es una reacción a la alta tolerancia al azúcar que vamos construyendo con nuestras dietas; para ir combatiendo este problema, elige comer frutas, ellas tienen el tipo de dulce más inofensivo para nuestros organismos, y puedes jugar con ellas congelándolas o haciendo ensaladas.
  • Para evitar la tentación cuando nos sentimos “insaciables”, cambia la grasa y la sal de las frituras por una buena porción de proteína y en lugar de comer a toda velocidad, deja que pase un tiempo para empezar a sentir una larga y duradera sensación de saciedad.
  • Para los amantes del chocolate, una barra de chocolate amargo o una bebida de cacao en polvo con leche vegetal puede ser una excelente opción.
  • En caso de desear lácteos, opta por sus versiones más sanas como el yogur griego y las leches vegetales.