Una actitud positiva: el atajo hacia la sanación

Las ciencias naturales nos han llevado en las últimas décadas a validar solo los hechos empíricos, todo lo que no se puede ver, tocar, oler o escuchar ha sido relegado a un segundo plano al momento de hablar de la realidad y la funcionalidad de las cosas; este fenómeno se ha convertido para las ciencias de la salud en una excusa para enfocar los tratamientos en lo físico, dejando de lado lo mental y emocional en el proceso de mejora de una persona.

Afortunadamente, más temprano que tarde, en esta perspectiva fue descubierta una variable importantísima: a pesar de ser completamente intangibles, las emociones y las ideas son determinantes para el desempeño y el funcionamiento de un individuo.

Mentalidad positiva

Ahora no solo podemos hablar de predisposiciones físicas al momento de afrontar condiciones de salud, la mente ocupa un lugar igual de importante en los factores a considerar, haciendo que instituciones tan respetables como la Universidad John Hopkins y la Clínica Mayo investiguen y publiquen estudios dedicados al análisis de la influencia de la mentalidad positiva en el proceso de curación de las personas y su salud en general.

¿Cómo llega lo intangible a afectar el mundo físico?

Durante años la capacidad de abstracción y conceptualización que tiene la mente humana ha sido un tema espinoso en la comunidad científica. En la búsqueda de encontrar respuestas lógicas que se basen en evidencias empíricas, los investigadores han descubierto que más que una cuestión física, el cerebro humano es gobernado por la química, y aunque este descubrimiento deje todavía incontables preguntas, es un excelente inicio para entender como tus ideas invisibles pueden cambiar del cielo a la tierra tus percepciones vitales.

Digamos que lo que entendemos hasta ahora de nuestra mente es que funciona a través de estímulos químicos y eléctricos, dichos estímulos pueden generar sensaciones como placer o dolor, dichas sensaciones crean a su vez respuestas físicas en nuestros cuerpos. Así, desde una acción completamente empírica como salir a trotar, tu cerebro podrá sentir placer o rechazo, haciendo que el resto de tu cuerpo se energice y continúe o se ralentice y empiece a doler.

El anterior ejemplo es una visión muy reduccionista del asunto, ya que como dijimos anteriormente, el cerebro es solo un componente de una miríada de variables que afectan todas y cada una de nuestras reacciones a los estímulos exteriores; pero finjamos para propósitos de este artículo que todo depende del cerebro y notarás que al ponerlo en contexto con el resto de las variables es como tener un punto a favor y todo se vuelve una cuestión de pasar cada variable a ese mismo estado.

Retomando: salimos a trotar y nuestro cerebro lo encontró muy estimulante, lo más probable es que sabías de antemano que una vida activa era saludable para ti, y que si bien podía ser difícil al principio, te iba a recompensar con creces a largo plazo. Lo mismo pasa con la curación y las terapias, si lo abordas en tu mente como una inversión a largo plazo para tu bienestar general, será más fácil enfrentar cualquier dificultad que venga con el tratamiento al que te sometes.

Ser positivo no solo para sanar, sino para ser

Se ha descubierto que una mentalidad positiva tiene un efecto directo en tu cuerpo físico, reduciendo el estrés, la ansiedad y permitiendo una visión a largo plazo que te ayuda a ver los obstáculos como inconvenientes específicos que se deben tramitar de forma rápida y eficaz para seguir adelante.

También ha sido demostrado que las personas con una mentalidad positiva son menos propensas a condiciones físicas y mentales comunes gracias a una inteligencia mental y un sistema inmune fortalecidos. Pero decirlo no es tan fácil como hacerlo, e incluso tener una mentalidad positiva es un proceso que se aprende con tiempo y constancia, por lo que si aún no estás en el punto en el que ves el vaso medio lleno, no te resignes, persiste y llegarás a ello.