En defensa de cocinar en casa
Vivimos tiempos de prisas y afanes, y el mercado ha sabido sacarle provecho. Cuando sopesamos las posibilidades a la hora de la comida ni el cielo es el límite: precios, sabores, inmediatez, cualquiera que sean tus condiciones, puedes encontrar una cantidad interminable de opciones en tu centro comercial más cercano o en tu celular, pero, ¿es esto realmente lo mejor que podemos hacer por nuestra nutrición?
Preparar nuestros alimentos en casa es una práctica que cada día cae más en desuso, pero es una que puede tener muchos beneficios para quien opta por hacerlo; por economía, salud y hasta ecología, cocinar en casa puede llegar a ser una experiencia gratificante y hasta retadora, incluso, puede llegar a ser un hobby apasionante que te lleve a explorar otros universos culinarios a los que quizás no puedes acceder por sus costos allá afuera.
Es un reto personal
Muchos de nosotros nos negamos a cocinar porque no nos gusta lo que hacemos o “no tenemos sazón”, pero en la cocina, como en todos los demás aspectos de nuestras vidas, la práctica hace al maestro. Si tu excusa para pedir un domicilio es que no le has podido agarrar el punto a la sal o la carne se te pasa de cocción todo el tiempo, quizás sea el momento de considerar otro enfoque.
Empieza a capitalizar el tiempo que pasas en tus redes sociales siguiendo a cocineros que tengan afinidad con el tipo de comidas que te interesan, en plataformas como YouTube e Instagram puedes encontrar desde cocineras saludables hasta chefs de alto nivel dando consejos y recetas para todos los niveles de experticia, hay incluso una oferta gigante de aplicaciones con comunidades y recetas para todos los niveles y gustos; también puedes cambiar una salida a cine o una noche de tele por una clase de cocina y convertir la experiencia de cocinar en tiempo de calidad con tus seres amados.
Tu tienes el control
Una de las principales críticas que se le hace a los restaurantes es que no suelen ser la opción más saludable en términos de alimentación; muchos de ellos no tienen las mejores prácticas e ingredientes, y hay otros que si los tienen, te cobran un ojo de la cara por ello.
No hay mejor forma de saber la calidad de lo que comes que haciéndolo tú mismo. Cuando cocinas en casa tú eliges qué va, en qué cantidades y de qué orígenes, así que si estás en la misión de cuidar tu salud en general, no habrá mejor opción que ir a la plaza de mercado, aprender cómo distinguir un buen alimento, ponerte el delantal y prepararlo tú mismo.
Incluso, si se te antoja una de esas comidas que sabes que no son muy sanas, puedes intentar darle un giro más limpio con tus propios insumos y en cantidades más apropiadas, así, creas una receta propia y calmas el antojo con ingredientes de mejor calidad y menos ultraprocesados.
Comer por fuera no solo nos sale caro a nosotros, también le sale caro al planeta
En términos ambientales, una cantidad abrumadora de sitios de comida utilizan plásticos de un solo uso tanto para el consumo en sitio como para los domicilios, esto le da un empujón importante a los índices de contaminación y basura de nuestras ciudades,que a su vez, no tienen las mejores políticas de manejo de residuos y de implementación de prácticas de reciclaje.
Ahora, si miramos nuestras economías personales, por más barato que sea el menú del día de nuestro restaurante favorito, él siempre tendrá que cubrir gastos operativos y materiales que no vendrían incluidos en la cuenta si decides comer en casa; se estima que las personas que suelen comer por fuera, pueden llegar a gastar hasta tres veces más de lo que valdría hacer su propia comida, esto, implica un impacto en nuestros bolsillos muy difícil de ignorar.
La mejor forma de romper el ciclo es, por supuesto, minimizar al máximo el uso de domicilios y hacer menos salidas a comer pero de mejor calidad; puedes escoger sitios que usen materiales reciclables, reutilizables o compostables, e invertir lo de tres comidas rápidas en un restaurante de mejor reputación en calidad de ingredientes y variedad de comidas.
Estos pequeños actos de resistencia en gran escala pueden ayudar a expandir mejores prácticas alrededor de toda la industria para que podamos también apoyarlas sin causarle un impacto tan dañino al medio ambiente, además de que tendremos una relación más sana con las salidas a comer, donde será más importante la experiencia y el compartir que el hecho de cubrir un almuerzo o una comida que dejamos de hacer en casa.
Una cuestión de tiempo
Para terminar, hablemos de otra de las grandes excusas para no cocinar en casa: la falta de tiempo. Sí, tenemos vidas agitadas y rutinas ocupadas, pero también tenemos bastantes distracciones; nada más piensa en cuánto tiempo pasas en tus redes sociales o viendo la tele, seguro una pausa de estos distractores nos puede permitir una comida sencilla pero de calidad; esto sin mencionar todas las estrategias que hay para dejar ciertos alimentos preparados con anterioridad, que siempre traen buenos trucos para realizar recetas más rápidas pero nutritivas.
Que la falta de tiempo no sea una excusa entonces, encontrar un espacio para cocinar en casa puede ser la puerta de entrada a una rutina más estructurada y menos ociosa así que no hay nada que perder y mucho que ganar.