10 mitos y verdades sobre la quiropráctica
Segunda parte
La semana pasada iniciamos un nuevo especial de tres partes, en esta ocasión para sacar a la luz esas mentirillas y conceptos errados que existen alrededor de la quiropráctica. Conoce la primera parte, y si ya lo haces, entremos en materia con otro conjunto de mitos y verdades sobre nuestra labor.
Quinto mito: los niños no pueden ir al quiropráctico
Sí, es cierto, durante los primeros años de nuestras vidas, la gran mayoría de nuestros cuerpos aún se encuentra en estado de desarrollo, lo que lo hace más frágil y susceptible a los cambios y tratamientos externos, pero esa precisamente es la razón por la que los niños deben ir a un quiropráctico, para tener desde el principio un diagnóstico que determine los riesgos a los que se exponen y las posibilidades que tienen para fortalecer su columna, y con ella su sistema nervioso desde temprano.
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Hay que tener en cuenta que desde el vientre nuestra columna ya está siendo doblada y forzada en posturas antinaturales, y ni hablar del momento del parto, ese momento que si bien es mágico, también puede ser completamente determinante en nuestro bienestar a futuro. Pocos años más adelante los pequeños se verán también expuestos a amenazas como los pesos de las mochilas escolares, los golpes que vienen con las tan frecuentes caídas y hasta las largas horas sentados en sillas que no suelen ser ergonómicas ni estar adaptadas a sus necesidades.
El verdadero truco aquí no está en no llevar a tu hijo al quiropráctico, sino en saber a qué quiropráctico lo vas a llevar. Por supuesto que existen tratamientos y herramientas especializadas en la fisionomía de los más pequeños, pero solo un verdadero profesional las aplicará con el juicio y la responsabilidad que requieren.
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Sexto mito: no puedo ir al quiropráctico si sufro de osteoporosis o he sido operado de la columna
Este punto es básicamente una variante del anterior. No solo puedes ir al quiropráctico en casos como los mencionados: debes hacerlo. La quiropráctica, como lo hemos explicado antes, no es solo una forma de calmar el dolor, también (y más importante aún) es un tratamiento preventivo para evitar los desalineamientos y malformaciones que se van creando en tu columna con el tiempo, los malos hábitos y otras condiciones genéticas o externas.
Sufrir de osteoporosis, tener una cirugía de columna e incluso ser un adulto mayor son en realidad razones de peso para buscar cómo fortalecer y proteger tu sistema nervioso. Lo más importante es que seas muy sincero sobre tus condiciones físicas con tu quiropráctico, él, al ser el experto, sabrá qué análisis y tratamientos serán los más prudentes e idóneos para ti. Podría llegar a sorprenderte que en muchos centros de quiropráctica los mejores casos de éxito suelen verse en pacientes mayores o con condiciones especiales.
Séptimo mito: los quiroprácticos solo trabajan con sus manos
Como cualquier otra ciencia de la salud, la quiropráctica es un tratamiento en constante investigación y avance, creer que lo que hace un quiropráctico lo puede lograr un buen masaje es uno de los conceptos errados más dañinos en nuestro gremio, ya que un profesional en quiropráctica es una persona que ha pasado por una educación en anatomía y fisionomía tan rigurosa como la de cualquier médico; además de contar también con instrumentos y terapias complementarias que ayudan a mantenerte no solo relajado, sino fuerte y saludable.
Aquí termina entonces la segunda parte de nuestro especial de mitos y verdades de la quiropráctica, conoce nuestra última entrega la próxima semana, y acércate a centros especializados como QuiroVida para recibir asistencia y resolver todas tus dudas.
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