¿Cómo tratar los efectos secundarios de la vacuna contra el COVID-19?

Desde enero de este año se comenzó el proceso de planeación y aplicación de vacunas contra el COVID-19 en el mundo, pero entre las medidas de alcance de los diferentes gobiernos y las cantidades descomunales de información y desinformación que se han producido desde el inicio de la pandemia, millones de personas aún están pendientes de su proceso de vacunación.

Estos casos son especialmente evidentes en varios países de Latinoamérica, donde cada día salen más campañas pedagógicas fomentando la aplicación de la vacuna, que prevendría el agravamiento de los síntomas y los casos críticos de este virus que ha marcado un antes y un después en la historia reciente de la humanidad.

Desinformación y efectos secundarios: una receta para el desastre

La comunidad médica y los ciudadanos en general han venido descubriendo que además de procesos de adquisición de la vacuna lentos en algunos países, hay también cierta incredulidad y reticencia por parte de un porcentaje importante de la población respecto a la vacunación, esto, debido a una fuente inagotable de comentarios y opiniones adversas (raramente provenientes de expertos), agregando, para agravar la situación, ciertos efectos secundarios ocasionados tras la aplicación de la inyección en una cantidad considerable de personas.

La situación ha llegado al punto en que todos conocemos a una o varias personas que reportan diferentes sintomatologías hasta varios días después de la aplicación de las diferentes dosis de la vacuna, indicador que ha causado bastantes suspicacias, pero que tiene una explicación muy sencilla.

Una vacuna, sea contra el COVID-19 o contra cualquier otra afección para la que esté diseñada, contiene dentro de sus componentes un poco de la enfermedad que busca prevenir, esto, para ponerlo en términos simples, es una forma de enseñarle al cuerpo humano “cómo luce” un agente nocivo para él, preparándolo para combatirlo o rechazarlo por completo en el futuro.

Al introducir de forma controlada la enfermedad que busca prevenir, el cuerpo identifica el elemento extraño y lo ataca por medio de su sistema inmune, generando un par de respuestas biológicas de forma interna que también se manifestarán en nuestro exterior a través de síntomas como la fiebre y la fatiga; esta reacción es prácticamente estándar en la mayoría de las vacunas y suele ser la razón por la que miles de personas tienen problemas para levantarse de la cama el día después de vacunarse contra el COVID-19.

Puede no ser tu mejor día, pero hay buenas formas de sobrellevarlo

Se estima que más del 90% de las personas están teniendo una respuesta autoinmune después de la aplicación de la vacuna, pero es bien sabido también, que esta molestia suele durar comúnmente  unas horas o un par de días en el peor de los casos, y que hasta ahora, habiendo ya millones de vacunados a nivel mundial, estadísticamente es más riesgoso estar completamente desprotegido ante el COVID-19 que recibir una dosis de cualquiera de las vacunas aprobadas por la Organización Mundial de la Salud.

Si tienes en tus planes vacunarte pronto o conoces a alguien que lo vaya a hacer, la recomendación  del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos es que evites tomar medicamentos contra el dolor o las alergias antes de la vacunación, a menos que hagan parte de un tratamiento que estés llevando a cabo previamente; después de la vacuna puedes mantener tu brazo en movimiento y aplicar frío de forma periódica para evitar la sensación de rigidez y dolor que suelen causar las vacunas que se aplican a la altura de nuestros brazos.

Al día siguiente de la aplicación de la vacuna se muy consciente de los síntomas que tienes (el dolor de cabeza, la fiebre y el cansancio suelen ser los más comunes), así podrás llamar al médico si es necesario para que te recomiende algunas buenas prácticas de cuidado y te dispense de tus obligaciones laborales, ya que está demostrado que lo mejor que puedes hacer tras la vacuna es reposar, alimentarte bien y tomar abundantes fluidos.

Suena bastante sencillo y es porque lo es, son solo la vacuna y tu cuerpo haciendo lo que se supone que deben hacer, pero sí hay casos aislados en los que vale la pena prestar atención más cercana a las reacciones que causa la vacunación:

  • En un caso de reacción alérgica puede haber inflamación, dificultad para respirar y periodos de inconsciencia.
  • También existen registros de miocarditis y pericarditis en los que se manifiestan dolores en el pecho, ritmo cardiaco irregular y dificultad para respirar
  • Se conocen además, casos de coágulos sanguíneos detectados a través de dolores musculares fuertes y respiración entrecortada.

Si después de la vacuna te encuentras con síntomas similares o tu malestar persiste por más de tres días, atiende de urgencia a tu médico, puedes ser un caso en un millón, por lo que es mejor prevenir que lamentar.