Las 5 claves de la inteligencia emocional y cómo aplicarlas

Segunda parte

La semana pasada exploramos dos de los cinco elementos claves de la inteligencia emocional: el autorreconocimiento y la autorregulación; descubriendo de qué se tratan y algunos consejos prácticos para fortalecerlos en nuestro día a día.

Esta semana te contaremos sobre la motivación, la empatía y las habilidades sociales, los tres elementos restantes que, junto a los dos primeros, hacen la combinación perfecta para acercarnos a la vida desde esta inteligencia que le puede dar un giro a la forma en la que te sientes y te relacionas con los demás.

3. La motivación

Todos conocemos la maravillosa sensación de sentirnos energizados y dispuestos a enfrentar lo que venga con un nuevo día, pero lamentablemente, también sabemos muy bien cómo se siente despertarnos sin ganas de nada. Ser capaz de automotivarnos es una aptitud indispensable para tener una buena inteligencia emocional, pero no es una que sea fácil de cultivar; para llegar a un nivel razonable de automotivación, es necesario trabajar en ella por buen tiempo, estas son algunas formas de hacerlo:

  • Nunca dejes de aprender: no hay nada más peligroso para la motivación que la monotonía, así que, si quieres empezar a combatirla, ponte siempre metas y objetivos que estén fuera de tu zona de confort y que te den una razón para ir por el mundo con una actitud curiosa y positiva.
  • Se realista: las personas requerimos de un delicado equilibrio entre muchos factores para estar bien y hay ocasiones en las que la vida nos complica bastante las cosas, así que no seas demasiado duro contigo mismo si un día estás luchando más que de costumbre para estar motivado; haz uso de nuestro ya conocido autorreconocimiento, descubre las razones detrás de tus reacciones y trabaja en ellas, se vale tomar una pausa, respirar y volver a tus objetivos.
  • Pide ayuda: a veces lo único que necesitamos para desatascarnos son un par de ojos diferentes y una perspectiva fresca sobre la situación que estamos enfrentando. Ser inteligente no es resolverlo todo solos, es saber cuándo la sabiduría de alguien más puede llevarnos más lejos; además, entre menos tiempo pases enfurruñado pensando en solucionar algo solo, más tiempo tendrás para llevar tus conocimientos y tus intereses a lugares inexplorados.

4. La empatía

¿Alguna vez alguien te ha pedido que te pongas en sus zapatos? Eso es la empatía. Lo que los demás hacen u opinan es en gran parte un producto de su crianza, sus deseos, sus miedos y sus expectativas; entender esto nos abre la mente de una forma tan revolucionaria, que dejamos de ver el mundo como algo blanco o negro, permitiendo que nuestro acercamiento a las personas sea completamente diferente y más humano.

¿Cómo llegar a entonces a la compleja empatía? Estos son algunos trucos:

  • Escucha: siendo una de las acciones más poderosas que podemos hacer los seres humanos, es una de las que más fácil vamos olvidando por el camino. Escuchar es la clave para comprender y para Presta atención a tus pensamientos cuando estás escuchando a alguien más ¿Estás pensando en lo que te están contando? ¿Estás realmente en otro lugar? Recuérdate a ti mismo volver a la conversación, escucha no para responder, sino para nutrir al otro y nutrirte a ti mismo con otras perspectivas.
  • Remángate: si te da trabajo entender a otra persona, ponte en su nivel, intenta su rutina, reconoce sus luchas, piensa en cómo las solucionarías tú, en cómo te afectarían; a veces un poco de la realidad del otro es lo único que necesitamos para adquirir respeto por él.
  • Relaciónate con gente diferente: piensa en esa persona del trabajo o de la universidad que te parece un “bicho raro”, ¿por qué no compartir una comida con ella? Esa persona probablemente tenga cosas que aportarte que nunca encontrarás en tus círculos sociales habituales, quizás esa persona revolucione tu forma de ver y pensar.

5. Las habilidades sociales:

 Si las habilidades sociales son el último elemento de la inteligencia emocional no es porque sea el menos importante; de hecho, las habilidades sociales requieren que conozcas y más o menos manejes todos los conceptos anteriores, ya que a partir de ellas puedes influir de forma positiva en los demás a través de la comunicación, el manejo de situaciones de conflicto y los cambios. Estas son algunas situaciones en las que puedes practicarlas de la mejor forma posible.

  • No es el fondo, es la forma: muchas veces lo que dificulta la comunicación no es lo que queremos decir sino cómo lo decimos. La asertividad es la clave para transmitir hasta los mensajes más difíciles desde el respeto y la empatía. Una buena táctica cuando necesitamos hacer una crítica constructiva, por ejemplo, es iniciar por reconocer los valores o actitudes de la persona a la que nos estamos dirigiendo, para después enfocarnos en los puntos de mejora, esto da reconocimiento al otro sin tener que represar sentimientos de inconformidad o molestia.
  • Menos redes sociales, más interacciones reales: las redes sociales son útiles e importantes en el momento, el lugar y la medida correcta, pero si estás en una mesa rodeada de personas y piensas que no hay nada mejor que mirar tu feed de Instagram, piénsalo dos veces. Un poco de escucha activa te encontrará con conversaciones estimulantes y personalidades de las que puedes aprender mucho.

Hasta en la fila del super: no pierdas ninguna oportunidad de conversar si te encuentras con una persona dispuesta hacerlo, podemos descubrir mucho de cómo somos como personas y como sociedad en las conversaciones más pequeñas, además, son una mejor forma de matar el tiempo de espera en un banco o en el super.