¿Le haces bien a tu hígado?

Aunque podría considerarse uno de nuestros órganos más resilientes, siendo capaz de regenerarse después de haber perdido hasta el 75% de su masa, el hígado requiere de tanto cuidado como cualquier otra parte de nuestro cuerpo.

Este gigante – el segundo órgano más grande después de la piel – tiene la misión de mantenernos libres de sustancias tóxicas, filtrando, metabolizando, almacenando y eliminando, según sea necesario, los elementos absorbidos por el cuerpo a través de la ingesta de alimentos, medicinas, bebidas alcohólicas y tantas otras rarezas que nos atrevemos a poner en nuestro organismo; suena como una misión bastante importante, pero ¿sabemos realmente qué podemos hacer para que el hígado no se enferme y la pueda seguir llevando a cabo?

Eres lo que comes

Nuestras elecciones nutricionales son determinantes para nuestra salud, pero la carne es débil, y todos tenemos un par de placeres culposos a los que no nos podemos resistir; cuando caemos en la tentación, es el hígado quién viene al rescate, pero para que él nos pueda salvar de esos momentos de debilidad, nosotros tenemos que corresponderle con una buena alimentación en nuestro día a día.

La proteína animal, por ejemplo, es bastante problemática para el hígado, su metabolización es compleja y larga, por lo que va causando desgaste en el órgano, derivando en enfermedades como el hígado graso; para prevenir los efectos más nocivos de este grupo alimenticio lo mejor es el equilibrio, baja un poco el consumo de proteína animal, complementándolo con la que se encuentra en otros alimentos como verduras y carbohidratos complejos; apóyate también en un alto consumo de fibra y grasas saludables.

En lo que a comida respecta, los alimentos antiinflamatorios son los favoritos del hígado, ellos previenen la enfermedad del hígado graso, son fáciles de metabolizar y como bonus, ayudan a mantener el peso e incluso reducirlo; entre las mejores opciones se encuentran el té, la cúrcuma, los vegetales crucíferos (coles, brócoli, coliflor…), los cítricos, el ajo, las nueces, el aceite de oliva, y claro, la muy poderosa agua.

Y ya que estamos hablando de bebidas, hablemos del principal enemigo del hígado: el alcohol. Hasta las restricciones en exceso son malas, pero si hay algo que deberías reducir al mínimo es el consumo de bebidas embriagantes, estas son casi que productos químicos más que alimenticios y son devastadores para tu hígado, ya que son la causa de la cirrosis, una enfermedad dolorosa y potencialmente letal.

Medicina que enferma

A pesar de que la medicina ha revolucionado el mundo de la salud de forma definitiva, ella suele venir con efectos secundarios que pueden arreglar un problema solo para causar otro. El hígado es una de las víctimas principales de estos defectos de fábrica de los medicamentos, ya que, por su propia misión, es el primero en recibir la carga tóxica que algunos de ellos pueden tener y mucha de esa carga no se puede eliminar, por lo que se queda almacenada.

Si eres de los que buscan una pastilla ante el más leve dolor de cabeza, la próxima vez espera un poco, primero averigua la posible razón de tu dolor, puede que sea algo tan cotidiano como una exposición excesiva a las pantallas o algo tan complejo como un desajuste a nivel cervical; una vez descubierto el culpable, investiga un poco sobre tus posibilidades, muchas veces unos lentes con un buen filtro, unos ejercicios de respiración para el estrés o una visita al quiropráctico puede ser todo lo que necesites, sin necesidad de deteriorar tu hígado en el proceso.

Ten especial cuidado con los cada vez más famosos detox de hígado, ninguno de ellos tiene la suficiente investigación ni respaldo científico para ser una opción viable, por lo que pueden causar el efecto contrario del que estás buscando. Para cuidar del hígado busca siempre lo natural, tú ya conoces la triada perfecta: ejercicio, buen sueño y alimentación, este es uno de los tantos casos en los que no falla.