La quiropráctica como un oficio profesional
Hace unas semanas hablábamos de los mitos y mentiras que han afectado por años la labor de los quiroprácticos alrededor del mundo, hoy quisiéramos elaborar acerca de una de las concepciones erradas más famosas de todas: aquella que dice que “los quiroprácticos no son verdaderos doctores”.
Para entender esta creencia es importante conocer dos factores que han ayudado a mantenerla en el tiempo, pero también te contaremos por qué estos elementos no son verdaderas razones de peso para emitir un juicio de valor informado sobre lo que es la quiropráctica y lo que puede hacer por ti.
1. Una ciencia nueva
La quiropráctica es un tratamiento que tiene apenas 125 años, esto, comparado con otras ciencias de la salud con raíces milenarias, es básicamente “estar en pañales”, pero vale la pena tener en cuenta una cosa: la quiropráctica se conoce e implementa en una de las épocas donde hay más tecnología y recursos para desarrollarla de forma rigurosa y segura.
El hecho de que con el paso de los años, los quiroprácticos logren establecerse cada vez más como uno de los tratantes primordiales en los países pioneros en la investigación y profesionalización de esta carrera, solo confirma que a pesar de su relativa juventud entre las ciencias de la salud, es una disciplina indispensable para el bienestar del ser humano. El hecho de que además de esto, sea un tratamiento que no recurre a cirugías, ni medicamentos, anulando casi por completo los efectos secundarios, lo hacen un trato muy difícil de resistir.
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Es importante, sin embargo, que tengas en cuenta que para recibir todos los beneficios de un tratamiento quiropráctico debes recurrir a un verdadero profesional y por esto es vital que entiendas el siguiente punto.
2. Profesionalización escasa
Al ser una ciencia relativamente nueva, la quiropráctica sí tiene una desventaja o riesgo que no corresponde tanto a su quehacer sino al cómo llegar a él. Como nuestra carrera no lleva tanto tiempo dentro de la esfera de las ciencias de la salud, su profesionalización es escasa en la mayoría de los países, y prácticamente nula en Latinoamérica. Exceptuando un par de casos aislados en México y Brasil, la quiropráctica en estas latitudes suele enseñarse a modo de curso en institutos técnicos, así que es importante tener cuidado, sabes que la quiropráctica cuida tu delicado sistema nervioso y no quisieras dejarlo en manos de nadie que no sea un experto.
Cuando te acerques a un centro de quiropráctica, asegúrate de que seas tratado por un profesional, la carrera en quiropráctica sí existe y tiene las mismas bases curriculares que la de medicina, por lo que no es sencilla ni es para tomarla a la ligera. Los quiroprácticos, tanto como los médicos tradicionales, estudian anatomía, biología, ciencias diagnósticas, microbiología, obstetricia, ortopedia, fisiología, radiología y hasta psiquiatría; por lo que ese ajuste que te estás haciendo en un centro profesional viene con una serie gigante de conocimientos e incontables horas de estudio y práctica.
Mientras tanto…
Para ser una ciencia de la salud tan joven, la quiropráctica ha logrado dar grandes avances en poco tiempo; en Estados Unidos, por ejemplo, ya hay 19 instituciones dedicadas a la enseñanza profesional de esta carrera, y en cada uno de los 50 estados de este país debes estar certificado como quiropráctico profesional para ejercer de forma segura.
Mientras la academia sigue avanzando, tú haz tu parte y elige expertos avalados por carreras universitarias en instituciones reputadas, cuídate a ti mismo valorando el esfuerzo y la trayectoria de los quiroprácticos profesionales que han llegado hasta aquí a ofrecerte un servicio de calidad y ético.
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