Hora de desmontar un prejuicio: los hombres también se cuidan

Vivimos en un mundo maravilloso pero imperfecto, y aunque hemos avanzado a pasos de gigante para derrotar muchos prejuicios, nos sigue faltando un poco de empatía – y valentía – para eliminarlos de nuestro imaginario colectivo por completo.

Tanto hombres como mujeres somos víctimas de preconceptos sobre lo que somos o deberíamos ser, al punto de comprometer nuestra salud mental y física con tal de cumplir estándares anticuados que resultan injustos y francamente innecesarios.

Una de las dimensiones más perjudicadas por las expectativas y el “qué dirán” es la del bienestar, cuando no es que nos pasamos la vida sufriendo con procesos dolorosos e incómodos, para cumplir con cánones de belleza con los que no necesariamente nos identificamos, es que no nos cuidamos en absoluto porque tenemos otras prioridades o “eso es cosa de mujeres”; de este último prejuicio habláremos el día de hoy.

Por qué a los hombres “se les niega” el bienestar

Históricamente los hombres han sido percibidos como los proveedores del hogar, la persona que sale al mundo y lucha contra osos o un cliente difícil para traer el pan; eso ha generado todo un conjunto de prioridades, que si bien son apremiantes, realmente no justifican que al género masculino se le niegue el bienestar de tener prácticas de autocuidado.

La idea de que el hombre es “el más fuerte” y no necesita ayuda está tan arraigada en nuestra sociedad, que ha permeado en un montón de conceptos y acciones, creando un prejuicio alrededor de ellas de que son o muy femeninas o irrelevantes; decir que algo es femenino – o masculino – es simplemente atribuirlo a una construcción social que ha hecho más daño que bien a nuestra sociedad, por lo que ya debería estar saliendo por la puerta; decir que algo es irrelevante es otra cosa mucho más compleja.

Importancia a lo importante:

Debido al juego de roles que hemos llevado como sociedad, especialmente en Latinoamérica, históricamente se nos ha implantado la idea de que lo que es relevante para las mujeres no lo es para los hombres y viceversa.

Hay muchas cosas en la vida que llevamos en la actualidad que de verdad podrían bajarse del pedestal en el que se han montado, como el concepto de belleza y algunos comportamientos o estéticas relacionados con lo que es ser feliz o próspero; por otro lado, hay otras cosas que necesitan tomar un rol protagónico en nuestras prioridades como la salud mental y nuestra relación con el mundo.

Han pasado milenios en los que tanto los hombres como las mujeres han cargado con el peso de lo que se espera de ellos como género, mientras que al otro lado del mundo, en el oriente, más temprano que tarde nos enseñaban que es realmente el equilibrio de todas nuestras dualidades lo que nos hace mejores.

Deconstruir para reconstruir

En una época en la que los roles de género se desdibujan cada vez más, cuando muchas mujeres quieren proveer para su hogar y muchos hombres quieren tener un rol activo y protagónico en la crianza de sus hijos es necesario también deconstruir esos conceptos alienadores que parecen pequeños, pero tienen consecuencias gigantes.

 

No es gratuito que el género masculino tenga estadísticamente más posibilidades de caer en adicciones o elegir el suicidio, el autocuidado no es un acto de vanidad, es una necesidad del ser humano que se aborda desde elementos tan variados como la alimentación, la actividad física, el desempeño social y el desarrollo emocional, traduciéndose en infinidad de actividades que no siempre son placenteras pero que son indispensables para nuestra salud integral.

Es indispensable para ti mismo y para quienes te rodean que como hombre reconozcas la necesidad de hacer un pare en tus obligaciones para darte un día de spa, hacer una meditación o acudir a un especialista del área de la salud; también es necesario que se aliente tu bienestar, más allá de la estabilidad económica o el éxito laboral, sin censurar ni menospreciar la vulnerabilidad y necesidad de estar en armonía contigo mismo y con el mundo que no es ni femenina ni masculina: es humana.