Los efectos del hambre en nuestro cuerpo

Todos sabemos identificar perfectamente cuando tenemos hambre, las tripas suenan, el estómago duele y sentimos una terrible irritabilidad que no estaba allí media hora atrás. Nuestro cuerpo vive de lo que le damos de comer, por lo que no es nada tímido para expresar que se le están acabando las provisiones, pero además de las manifestaciones físicas que nos indican que debemos alimentarnos, hay muchos otros cambios importantes que suceden allá adentro desde el momento en que empezamos a tener un déficit en nuestra alimentación.

Del estómago al cerebro

Solo se necesitan poco más de dos horas para que nuestro sistema digestivo empiece a buscar recursos con qué mantenernos funcionando, el estómago se contraerá para empujar los últimos rezagos de nuestra comida al intestino delgado, causando ese famoso gruñido delator que nos recuerda que debemos comer pronto.

Al mismo tiempo, tanto el estómago como el intestino empezarán a secretar ghrelina, una hormona que se comunica con el hipotálamo para activar nuestro apetito; el problema es que esta hormona se puede “desconfigurar” fácilmente; según la BBC, existen estudios que relacionan el consumo de comidas emocionales con una mayor producción de esta, lo que puede conducir a la obesidad.

Por otro lado, cuando nuestro cuerpo siente que se acercan nuestras horas habituales de comer empieza a secretar insulina a través del páncreas, pero si nos saltamos la comida, esta insulina no podrá convertir el alimento en nutriente y se dedicará a regular nuestros niveles de glucosa, reduciéndolos y causando una fuerte sensación de debilidad a nivel física y confusión a nivel mental.

6 horas después

Al llegar a las 6 horas sin consumir ningún alimento, nuestro cuerpo ya no tendrá casi glucosa para funcionar, por lo que entrará en un etapa llamada cetosis; durante ella, el cuerpo empezará a tomar la grasa de nuestro cuerpo para producir energía, pero la grasa no es un buen alimento para el cerebro porque es demasiado grande para pasar de la sangre a él, entonces, en otro intento de adaptarse, el cuerpo creará cetonas, que sí pueden llegar al cerebro, pero solo cubrirán sus necesidades nutricionales en un 75%.

La cetosis es un proceso que todos experimentamos en especial mientras dormimos, pero en estos casos estamos hablando de periodos bastante cortos que no afectan ni para bien ni para mal nuestro metabolismo a largo plazo. Hay expertos que consideran la cetosis como una buena alternativa de alimentación que se puede lograr a través de dietas como la keto y el ayuno intermitente, pero no cualquiera se puede someter a este proceso y todo el que quiera intentarlo debe acudir a un experto que determine los niveles en los que este es saludable y puede dejar de serlo.

La barrera de los 3 días

Aunque bastante debilitado, nuestro cuerpo puede mantenerse bajo el estado de cetosis hasta tres días, pero como es imposible que el cuerpo sobreviva solo a base de cetonas, más o menos después de 72 horas empezará a usar las proteínas del cuerpo para seguir funcionando; la proteína sí se puede convertir en glucosa, por lo que nuestro cerebro será nuevamente satisfecho, pero entonces nuestro cuerpo sufrirá una pérdida visible de masa corporal, causando enfermedades como baja densidad ósea, dolor corporal y pérdida del ciclo menstrual en las mujeres. Después de una semana de inanición, el sistema inmune quedará tan débil que quedaremos expuestos a todo tipo de enfermedades con consecuencias desde leves hasta mortales.

El hambre como elección

Con las tendencias alimentarias actuales como el ayuno intermitente y las dietas bajas en carbohidratos se abren un abanico de posibilidades para las personas que quieren mejorar su relación con la comida y sus propios cuerpos, entender las consecuencias del hambre es solo el primer paso para tomar decisiones informadas sobre nuestra alimentación, consultar con expertos y ser honestos con nosotros mismos es igual de importante.

Hay muchas prácticas y teorías alrededor de cómo mantener nuestros cuerpos sanos, si no quieres lidiar con los efectos secundarios de una alimentación con grandes espacios de ayuno, tienes más opciones, pero si sientes que te puedes adaptar a una nutrición en la que no tienes que preocuparte por cinco o seis comidas al día, siempre puedes intentar estas nuevas opciones, solo escucha tu cuerpo y en cuanto sientas efectos adversos no dudes en alzar la mano o ir por una comida nutritiva.