¿Te saltas el calentamiento antes y después de entrenar?

Todos lo hemos hecho por lo menos alguna vez en nuestras vidas: nos hemos saltado el calentamiento para iniciar pronto nuestra rutina de ejercicios o nuestro deporte favorito; es posible que no hubiera pasado nada en el momento, pero el daño potencial que la falta de calentamiento puede causar en tu cuerpo es suficiente motivo para no volver a cometer este aparentemente inofensivo acto de negligencia.

Calentar es sencillo e increíblemente beneficioso, pero el deseo de priorizar los ejercicios que parecen más contundentes y orientados a nuestros objetivos puede hacer que dedicarle 15 minutos al calentamiento sea un verdadero acto de voluntad, cuando lo cierto es que no tiene que serlo, siempre y cuando lo veas desde la perspectiva correcta.

El calentamiento también puede ser variado y entretenido

El calentamiento permite que tu cuerpo se prepare para el esfuerzo que llega a continuación; la idea es que no siempre lo hagas de la misma forma, sino que te enfoques en las partes de tu cuerpo en las que tu rutina de ejercicios se va a enfocar; cambiar el chip todos los días te tendrá ideando nuevas maneras de ponerte en forma para la parte pesada de tu rutina y te generará una expectativa por la que no querrás perderte de este primer momento.

Contrario a lo que se piensa, un calentamiento no solo consta de trotar o pasar X cantidad de tiempo en una elíptica; un conjunto de estiramientos dinámicos también son una excelente opción para iniciar tu rutina y si tomas también el consejo de enfocarlos en las zonas de tu cuerpo que vas a ejercitar más adelante, vas a notar que llegas a las pesas o a las canchas más ligero, fuerte y flexible.

Todos sabemos que pasa por fuera, pero, ¿qué pasa por dentro?

Son muy bien conocidos los beneficios y ventajas del calentamiento en la parte exterior de nuestro cuerpo, pero ya es justo que también hablemos un poco de todo lo que pasa por dentro cuando a nuestras rutinas las iniciamos con el pie derecho.

Un buen calentamiento lo primero que va a hacer es dilatar nuestros vasos sanguíneos, permitiendo un mayor paso de la sangre a todo nuestro cuerpo y una mayor oxigenación a nuestros músculos, unos vasos dilatados también reducirán considerablemente la cantidad de estrés por la que pasarán nuestros sistemas cardiovasculares más adelante.

Al calentar nuestro cuerpo – como podemos inferir por la palabra calentamiento – aumenta su temperatura, este cambio hace que todo nuestro aparato muscular se distienda, haciéndonos más flexibles y mucho menos propensos a sufrir de lesiones como tirones, desgarres y calambres.

Llegar al trabajo pesado después de un buen calentamiento también nos dará mayor estabilidad, ya que nuestro cuerpo estará preparado para movimientos veloces o demandantes desde antes y reducirás el riesgo de torceduras, esguinces y luxaciones.

Tu rutina de calentamiento para el enfriamiento

Otra ventaja poco conocida de las rutinas o ejercicios de calentamiento es que, si las realizas también después de tu rutina de ejercicios, harán que tu cuerpo no pase de un estado de actividad fuerte a la quietud completa de forma abrupta, evitando de nuevo lesiones musculares y articulares, y logrando también disminuir drásticamente o por completo el dolor que suele dar en días posteriores a una rutina de ejercicios particularmente pesada.

Hay muchas razones para incorporar de forma juiciosa en nuestras rutinas el calentamiento y no hay ninguna por la que no debamos hacerlo, recuerda que incluso el ejercicio más tranquilo tiene su misión y sus efectos secundarios, así que por tu salud en el futuro más vale tomar medidas en el presente.